Mi nombre es Huilen, soy amante de la naturaleza, viajera incansable, apasionada por la mente humana y los recovecos del corazón. Soy además psicóloga, facilitadora de constelaciones familiares, coach ontológico y mujer en proceso de sanación y encuentros que ha dedicado toda su vida a buscar los modos más amables y genuinos de habitar en esta tierra y vivir esta existencia.

Mis padres me llamaron Huilen al nacer. Tal vez de manera inocente, tal vez lo hizo su inconsciente, tal vez ese nombre llegó a mí buscándome o yo lo buscaba a él.

Durante años no comprendí la magia que tenía poder llevar ese nombre, renegaba de él y hasta llegue a pedir que me llamaran de otra forma.

“Huilen” significa “primavera” y la primavera para mi es algo maravilloso, representa el renacer luego de la recesión que marca el invierno, es la vuelta del calor, de los días más largos, de las ganas de salir y vivir en sintonía con lo natural. Implica para mí un volver a la luz, una oportunidad de amar (nos) nuevamente.

Una amiga mapuche me aportó un día su claridad y sabiduría al decirme que mi nombre proviene en realidad de una palabra que es “welen” que significa “transformación”, “me estoy renovando”. Que regalo!!

Amar mi nombre ha sigo un proceso tan lento y progresivo como amarme a mí misma. Amo mi nombre y me amo, porque eso es lo que soy, y en esa naturaleza de ser reside la perfección del amor.

Sobre esto versa toda mi propuesta terapéutica; la expresión auténtica de lo que somos, el contacto con la vulnerabilidad que nos lleva a amar lo que es y no esperar que sea de otra manera, el encuentro con la posibilidad tantas veces oculta de elegir cómo queremos vivir nuestra vida, la conexión con los valores personales, la libertad de poner límites a las expectativas de quienes nos rodean, la autocompasión y el encuentro con la versión más integrada de nuestro ser.